domingo, 20 de junio de 2010

La Eucaristía y la Vía sin Cabeza de Douglas Harding




La Eucaristía Cristiana, cuando se contempla desde dentro, es un ejercicio en el “descabezamiento o decapitación”. A continuación mostramos el por qué.

1. La Misa comienza con la Presencia –del sacerdote y de las personas- que se reúnen para rendir culto.

Estar aquí y ahora presente, como la Primera Persona del Presente del Singular –experimentando este gran Espacio abierto de par en par, Capacidad, Vacío (lleno de todo y de todos). Aquí se encuentra el Vacío (por encima de la línea de los hombros), esta sagrada Presencia, siempre sagrada y siempre presente.

2. El sacerdote y las personas congregadas ponen toda su atención en pensamiento,
palabra y obra.
Estando, aquí y ahora, presente en esta Vacuidad, evitando cualquier momento de distracción.

3. El sacerdote y las personas reunidas elevan una petición de misericordia de
Aquel que Entiende, Sabe y Ama.
Aquí, en el punto Cero, en esta Vacuidad, en este Vacío, es el lugar del Puro
Entendimiento, del Saber, del Amor… siendo el lugar donde todo y todos son lo
que son.

4. El sacerdote y los feligreses escuchan las lecturas.
Aquí, en este Vacío, tiene lugar la gran Escucha, ya que de él mana la Fuente de todo sonido. Esta escucha es el Espíritu.

5. El sacerdote y todos los reunidos se ponen de pie para escuchar la palabra de
Dios (ej: La Buena Nueva)

Aquí, en este Vacío, en esta Vacuidad, en este Espacio, en esta Capacidad, hay
espacio para todos y todo… sin pensamientos, sin sentimientos, más allá de la
mente, más allá del lenguaje, en un silencio que habla al Corazón. Un silencio
que habla sin palabras. ¡Qué Buena Nueva es esta!

6. El sacerdote y todos los congregados ofrecen el pan y el vino.
Aquí, exactamente donde Yo Estoy en este momento, la ofrenda y el que ofrece,
son UNO. Aquí está el centro del Universo.
Nadie está excluido. Todo el mundo está presente. Nada puede ser ofrecido si no ha sido recibido. Aquí lo Dado es la Ofrenda, y la Ofrenda es lo Dado.

7. El sacerdote consagra el Pan y el Vino que se convierten en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo. Este es un momento sagrado.
Aquí en el punto Cero, Primera Persona del Singular, en este Vacío, en esta Vacuidad, en el descabezamiento o decapitación, en este espacio sin-mente, también tiene lugar una consagración, es decir, cada diminuta partícula en el mundo, cada grano de arena, cada piedra, cada hoja, cada gota de agua, cada animal, cada ser humano se hace sagrado en este punto, aquí mismo, en esta Vacío que contiene Todo.

8. El sacerdote y todos los reunidos alcanzan el momento de la comunión. comen y beben.
También aquí, una gran Comunión está teniendo lugar ahora mismo, mientras yo escribo y tú lees estas palabras; aquí somos todos UNO. Aunque escribo estas palabras sobre una página, soy consciente de ser simplemente el escribiente. Ahí abajo está la página y el movimiento de la mano. Aquí arriba en el punto Cero está este gran Espacio. Mientras lees estas líneas, eres consciente de Aquel que realmente está leyendo, Aquel que está en el Centro.

9. La Misa finaliza con una Bendición y la gente se marcha.
Aquí, en el punto Cero, en este Vacío, está la más grande Bendición. Aquí, nunca nadie necesitó alguna vez marcharse o irse. Aquí, lo visto es maravilla. Aquí, tú eres lo Visto.

Hymie Wyse

domingo, 13 de junio de 2010

Y sus discípulos le preguntaron: “¿Cuándo llegará el reino?”


Y Jesús replicó:
“No vendrá como las personas esperan;
No dirá “¡Mira, aquí está!” ni “¡Mira, ahí está!”,
Porque el reino de los cielos
Ya se extiende sobre la tierra,
Pero las personas no lo ven”.

Qué hermoso es esto, instante tras instante. Qué impredecible, qué misterioso y qué emocionante.

Los colores de las hojas de otoño.

El crujido de las hojas bajo mis pies.

El frío del viento.

El rocío en las flores.

El murmullo del tráfico.

¿Por qué buscamos el cielo cuando continuamente estamos en él? El reino de los cielos en medio del dolor, en medio del luto, de la muerte y de la guerra, el reino de los cielos tanto en los buenos como en los malos momentos. La búsqueda implica que el cielo está en otra parte, en otro lugar, en otro tiempo. Y eso también está bien. Eso también es el cielo.

¿Por qué buscar? El cuerpo se marchita. De hecho, ni siquiera estamos seguros de que sobreviva otro día. Ni siquiera otro instante. Éste podría ser nuestro último momento. Realmente no lo sabemos.

Éste podría ser tu último momento. ¿Por qué seguir buscando? No hay nada equivocado en ello. Pero, ¿qué estás buscando? ¿Y cuándo lo encontrarás?

¿No podría lo que estás buscando hallarse ya frente a ti, literalmente delante de tus ojos?

¿No te parece eso posible?

Jeff Foster